Huracán vs. tormenta tropical: guía clara y práctica
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Ciclón tropical: el paraguas que lo cubre todo
“Ciclón tropical” es el término genérico para sistemas de baja presión que se forman sobre aguas cálidas y presentan un centro definido, nubosidad organizada en espiral y tormentas eléctricas concentradas. Dependiendo de la región del planeta, a los ciclones se les llama “huracanes” (Atlántico y Pacífico norte oriental), “tifones” (Pacífico occidental) o simplemente “ciclones” (Índico y Pacífico sur). Lo importante no es el nombre regional, sino la estructura: un motor térmico impulsado por el calor del océano.
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De onda tropical a huracán: etapas y umbrales clave
La evolución típica sigue estas fases: 1) Disturbio/onda tropical: zonas de chubascos y tormentas que “buscan” organización. 2) Depresión tropical: ya hay circulación cerrada con vientos máximos sostenidos menores a 63 km/h; el sistema “respira” pero es débil. 3) Tormenta tropical: alcanza 63–118 km/h; recibe nombre propio y puede provocar lluvias intensas e inundaciones costeras/interiores. 4) Huracán: supera 119 km/h; se clasifica por la escala Saffir–Simpson del 1 al 5, según la intensidad del viento (no mide la lluvia). Aunque el viento capta titulares, la lluvia y el oleaje suelen causar la mayor parte de los daños.
El “combustible” del ciclón
Se requiere temperatura del mar cálida (alrededor de 26–27 °C o más en la capa superior), alta humedad en capas medias de la atmósfera y cizalladura del viento moderada (diferencia de dirección/velocidad con la altura). Si la cizalladura es muy fuerte, “desarma” la estructura; si hay polvo o aire seco, “ahoga” las tormentas del núcleo. Por eso, una zona con mar caliente pero atmósfera hostil puede generar sistemas que nacen y se debilitan rápido.
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Huracán vs. tormenta tropical: la diferencia práctica
La tormenta tropical ya tiene circulación organizada y puede cubrir cientos de kilómetros, pero sus vientos máximos sostenidos se quedan por debajo de 119 km/h. Un huracán supera ese valor y puede presentar ojo bien definido, pared del ojo con convección intensa y bandas de lluvia muy extensas. En ambos casos, la marejada, el oleaje y las inundaciones son amenazas centrales, no solo el viento.
La escala Saffir–Simpson (visión rápida)
Categoría 1 (119–153 km/h): daños limitados en techos y árboles. Categoría 2 (154–177): cortes de energía más prolongados. Categoría 3 (178–208): daños significativos; a partir de aquí se consideran “mayores”. Categoría 4 (209–251): daños extensos en estructuras y árboles; evacuaciones amplias. Categoría 5 (≥252): daños catastróficos. Recuerda: la escala no refleja la lluvia; un sistema de menor categoría puede dejar inundaciones peores que uno más intenso pero rápido.
La lluvia: el “otro” peligro que manda
Las bandas de un ciclón arrastran humedad tropical; cuando se estacionan sobre valles o sierras, descargan acumulados altos que saturan suelos, disparan deslaves y crecidas súbitas. Una tormenta tropical lenta puede ser más dañina por agua que un huracán veloz. La paleta de riesgos incluye tornados/ráfagas en bandas externas, sobre todo al interactuar con frentes o orografía.
Nombres, temporadas y avisos
Los ciclones reciben nombres de listas predefinidas que se rotan cada temporada; si un sistema es excepcionalmente dañino, su nombre puede retirarse y reemplazarse. Las temporadas principales del Atlántico y del Pacífico norte oriental se concentran en meses cálidos, pero los sistemas pueden surgir fuera de “lo típico”. Siempre es clave consultar avisos oficiales y boletines de protección civil.
Señales prácticas para la ciudadanía
“Tormenta” no significa “leve” y “categoría X” no dice todo. Observa trayectoria, velocidad de traslación y capacidad de lluvia prevista. Si la ruta roza tu región, aunque el centro pase lejos, las bandas externas pueden bastar para crecidas e interrupciones de servicios. Preparación, rutas altas y comunicación vecinal marcan la diferencia.
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